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No he visto el punto bueno de nada desde hace días. Quizá, el hecho de que me he encarado con unos brutales y aplastantes tumultos de popó de becerro me hagan tropezar y con la boca abierta gritando "aguaaaa" en el momento de mi caída. Y no es por indiferente a lo que pida, es que quizá y no esté seguro de qué es lo que pido.
Habrá días en los cuales, se me de la gana explicarlo todo lo de mí y habrá días que no. Cual yo sé que está mal, por que no siempre tendrás tú la paciencia de esperar por mí y que dé el quiebre. Lo sé, hay veces en las cuales estoy así:
...y otras en las cuales ni chiste traigo. Y no por infinidad de estragos que mi personalidad tenga, pero vamos. Acá entre nos, ¿cuando te volverás a topar con un tipo que le da voz de cabrón a una niña hawaiiana?
Esfumaré muchas de mis indecencias en mis bromas, pero fíjate más en mi aspecto, que hoy en día, soy el hombre - si de adjetivo me queda - que quizá no repita esta naturaleza.
Ni amenaza es de irme, sólamente, de que, me traen ensartado en la bola de sartas. ¿Qué dices, eh? ¿No te parece inverosímil mi pinche pifiltrafalería? Por obvio y suplicante, no seré el letrado inteligente que te diga que la vida no da una vuelta entera y se termina en un punto en el cual se sumen todos los ángulos de la historia y de una circunferencia perfecta. Sería yo más bien, como un dibujo pedorro de un niño salido de las estancias infantiles del PRI en un shock de cannabis y aún así te diré: "aquí está mi círculo".
Tu dirás.
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